La Virgen de las Angustias acercó el donativo de sus fieles hasta San Julián. Durante todo el Sábado Santo los cofrades de las Angustias y los devotos de la Virgen no dejaron de mirar al cielo con cierta preocupación. La lluvia y el frío estuvieron presentes desde primera hora de la mañana y hasta entrada ya la noche, por ello la salida de la única procesión programada para ayer, la de la Caridad y el Silencio, peligró hasta el último momento.

Finalmente, y aunque a las 20.30 horas llovía levemente, la Hermandad decidió salir en procesión junto a la imagen de la Virgen de las Angustias, que ayer iba sin su hijo y sobre un regio trono negro desprovisto de todo adorno floral para resaltar, de este modo, la figura enlutada de la Virgen.
La procesión de la Caridad y el Silencio partió puntual desde la capilla de las Angustias con todos los cofrades ataviados con sus hábitos negros en riguroso silencio. Aunque la lluvia no impidió la salida de la procesión, sí obligó a reducir el recorrido de la misma, que se dirigió hacia la Concatedral de San Julián para ofrecer al Hermano Mayor del Hospital de Caridad los donativos que a lo largo de todo el día los fieles de la Virgen depositaron en la capilla de las Angustias. Una vez dentro se entonó una Salve en honor de la Virgen para posteriormente iniciar el recorrido de regreso a la capilla de la Hermandad.
La procesión de la Caridad y el Silencio partió puntual desde la capilla de las Angustias con todos los cofrades ataviados con sus hábitos negros en riguroso silencio. Aunque la lluvia no impidió la salida de la procesión, sí obligó a reducir el recorrido de la misma, que se dirigió hacia la Concatedral de San Julián para ofrecer al Hermano Mayor del Hospital de Caridad los donativos que a lo largo de todo el día los fieles de la Virgen depositaron en la capilla de las Angustias. Una vez dentro se entonó una Salve en honor de la Virgen para posteriormente iniciar el recorrido de regreso a la capilla de la Hermandad.
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